miércoles, 6 de julio de 2011

Sociedades

Para diferenciar al hombre del animal se hace referencia a la capacidad de razonar, esa posibilidad es la que nos permite convivir en las diferentes sociedades a las cuales pertenecemos. El problema se presenta cuando uno cae en la penosa decisión de simplemente observar a su alrededor. Es probable que en primera instancia hagamos referencia al descontrol del tránsito, que busquemos fijación en los pocos y raídos árboles que presentan las ciudades urbanizadas, que levantemos nuestras miradas en la renuncia de una cuenta exacta de los pisos que conforman las repetidas torres que inhiben de manera prematura al Sol crepuscular.
Pero esta vaga descripción de algunos puntos que pueden encontrarse tan fácilmente en las calles cementadas, no es la búsqueda en la cual quiero centrarme. Mi observación trata de ilustrar o de ilustrarnos a cada uno de nosotros, a cada una de nuestras actitudes y miserias. Este tipo de muestreo requiere otro nivel de complejidad, casi de la misma magnitud en la cual recaemos en cada intento de comprensión de las acciones de aquellos que nos rodean. Esa misma complejidad es la que me lleva a dispersarme con palabras que a los oídos de cualquiera pueden llegar a sonar melódicas pero que no hacen mella en la expectativa de un concepto renovador.
Es de extrema dificultad hacer referencia de manera general a ciertas características que provocan este escozor en mi persona y que me llevan en un viaje de desilusión y penurias por el río de la traición en el cual parecieran siempre estar a flote quienes navegan y barrenan las olas del rencor. Ese rencor y el salvajismo de las palabras que emitimos en constantes juicios de personas a las cuales no dudaremos en abrazar en la primera ocasión que nos permita tomar una ventaja o disfrutar de la crítica de quien antes adorábamos.
Ese es el límite que no logro descifrar, cual es el camino del que se puede regresar, cuales son aquellas diferencias irreconciliables que nos tienen que fijar el fin de una posible relación. Hoy observo con total asombro como el pulso resulta inquebrantable ante la emisión de epítetos devastadores hacia quien tenemos al lado, como disfrutamos de la crítica indiscriminada y con la voracidad de fieras hambrientas nos regodeamos de las falencias ajenas, que mas de una vez no hacen mas que demostrar las fragilidades de nuestro espíritu mendigo y decadente. Ni siquiera mantenemos algún indicio de coherencia en la constancia de quien destruimos sino que nos liberamos en la posibilidad de hacerlo de manera aleatoria y variando el cómplice de turno.
En el ámbito que cada uno crea conveniente lo invito a observar como quienes se han atacado con los golpes mas bajos que se puedan pergeñar, tiempo después se encuentran entreverados en charlas amenas que intentan disfrazar una amistad sin sustento alguno y tan frágil como el cristal de sus valores.
¿Se pueden ocultar estas situaciones en la inverosímil excusa del perdón? ¿Es tan fácil borrar de nuestra conciencia todas las frases que decimos sin ningún control y después recaer en el conformismo de algo tan liviano como el borrón y cuenta nueva? ¿Cómo se pueden establecer lazos de confianza con quien puede llegar a utilizar el día de mañana tus miserias con el fin de humillarte?
Me veo reflejado constantemente en lo mediocre que puedo ser en el facilismo de encontrar un problema o alguna incongruencia pero incapacitado de manera total de establecer diagnóstico alguno. Quizá un punto de inicio nos lleve a pensar un poco más en nuestros actos y dejar en la conciencia de cada uno su forma de actuar. Con total impunidad nos calzamos el traje de juez y no reparamos en las cientos de causas que nos han encontrado culpables. Es interesante notar que vivir o querer manejar la vida de los demás no hace otra cosa que evidenciar lo tristes que deben ser nuestras vidas y lo miserables que podemos llegar a vernos ante un espejo que intenta reflejar una persona pero solo se encuentra con un espíritu demacrado que el tiempo ha castigado por sus propias decadencias.

jueves, 9 de junio de 2011

Intelectuales de amplio espectro

               En estas líneas intentaré reflejar un parecer que genera cierta inquietud en mi persona y que quisiera exponer ante cualquiera que pueda refutarlo con simples ideas de mucho más valor que los cientos de palabras que utilizaré con mi vago y pobre repertorio.
               Puedo seguir divagando en las cercanías de una eternidad que no conducirá a ningún lado por lo que creo más conveniente ubicarme en el tema que me invita a hacer ciertas reflexiones.
               En la pasada feria del libro se generó un debate con respecto al discurso de inicio, para el cual fue invitado Mario Vargas Llosa. Es sabida la inclinación de quien fue merecedor del Premio Nobel de la Literatura del año 2010, sin embargo, no voy a explayarme demasiado con respecto a sus ideales ya que no quiero hacer especial foco en este autor, sino que trataré de invocar un carácter más general. Pero todos estos sucesos que se suscitaron me llevan a establecer ciertas conclusiones.
               En base a eso creo observar que tenemos cierta fragilidad a la hora de ser críticos de aquellos que han demostrado algún talento, de cualquier género que el mismo tenga procedencia. Por todo esto recaemos en la falsa creencia que ante la mínima expresión o comentario emitido por estos, debemos rendirnos a sus pies y aceptar de manera absoluta, es más, consideramos casi de modo imperativo que debemos actuar en consecuencia de tales apreciaciones.
               Entonces, ¿que termina sucediendo? Estas personas (de las cuales en ningún momento se discute la gracia celestial que les ha permitido escribir magníficos libros, impecables obras musicales o hacer vibrar a un país entero dentro de un estadio) entienden ante la complacencia de sus fanáticos que todos sus dichos en la materia que fuera, son cuanto menos leyes divinas. Dependerá de la humildad o prudencia de cada uno de ellos y, en consecuencia, de su capacidad; que logren comprender que no forman parte de un Olimpo al cual solo podrán entregarse los sacrificios de una sociedad que en su seno esta carente de ideales y que  se ve liderada por cualquier populista de frases latentes.
   Vivimos en una eterna duda sobre nuestras capacidades, nos rendimos a los pies de tres palabras bien hilvanadas, nos subestimamos y humillamos en la honda creencia que nos inculcaron de aceptar que somos pobres almas a la expectativas de líderes siniestros montados en principios cuyos valores son provenientes de las bolsas mejor cotizadas pero jamás de una conciencia limpia y solidaria.
   Es por todo lo expuesto que tenemos que darnos la oportunidad de hacer nuestros propios juicios de las opiniones vertidas por todos aquellos que tienen acceso a cierta masividad o exposición pública. No formaremos parte de una horda de salvajes por discrepar en cuanto a las opiniones de Borges sobre la democracia, o de Vargas Llosa sobre las acciones de los gobiernos de turno. Al establecer nuestras propias conclusiones no estaremos mancillando la enorme obra de estos u otros magníficos artistas que han pisado este planeta, solo que no actuaremos como autómatas de conveniencia. Este análisis también nos permitirá darnos cuenta y divisar que no todo es mentira o verdad, deberemos hacer el esfuerzo de adentrarnos en mensajes interlineados, que en la subjetividad buscarán llevarnos a la deriva de pensamientos corporativos o simplemente de pensamientos erróneos o retrógrados. Ernesto Sábato en Uno y el Universo hacia una referencia a cierto accionar de los grandes genios de la historia y daba ejemplos concretos por los cuales demostraba que por la influencia de estas personas la civilización ha encontrado grandes avances, pero también por la terquedad y soberbia de estos mismos se podían producir retrasos de siglos por no aceptar teorías no surgidas de ellos mismos. También me parecen destacas los comentarios de Eduardo Galeano, donde pedía con profuso clamor, que no lo consideraran un intelectual, ya que desde su punto de vista esto implicaba establecer una separación entre la cabeza y el cuerpo.
             Hoy está definido que el universo de “intelectuales” está conformado por brillantes mentes ubicadas en un pedestal del cual solo somos míseros observadores y que debemos alabar con total obediencia y servilismo. Por eso debemos comprender que hasta en la divina providencia de algunas personas, las sombras pueden aparecer aunque sea en retazos que no opacarán ese fulgor destacado, pero que deben ser observadas aunque sea nomas para vislumbrar sus formas.

lunes, 30 de mayo de 2011

Para que tú me oigas (Poesía de Pablo Neruda)

En una muestra más de mis constantes contradicciones me refugio hoy en las poesías de Pablo Neruda, destaco mi total ignorancia de disfrute masivo de un acto tan hermoso y sutil como es la poesía. Pero es promisorio también reconocer que hasta el más álgido de los corazones, deberá sucumbir ante los avatares de hermosos versos perfectamente articulados. Dentro de mi escasez de conocimientos intentaré alcanzarles esta poesía del mencionado autor que ha permitido latir de manera feroz a este insípido corazón.
PARA que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas

lunes, 2 de mayo de 2011

Tristemente Inspirado

Alguna vez escuché que los mejores momentos de inspiración suelen ir acompañados de un fuerte sentimiento de angustia o de tristeza. Y en estos intentos de escritos que llevo a cabo me permito reflexionar sobre esto y sobre la veracidad de tal conjetura. Entonces recaemos en la necesidad de diferenciar dos estadios claros y evidentes de toda persona, estos son la felicidad y la tristeza. ¿Porque es mas prolífico el sentimiento angustiante que aquellas circunstancias en las cuales nuestro corazón pareciera desbordar en continuos latidos de interminables sonrisas? ¿Será acaso que solo podemos tener momentos de reflexión cuando las frustraciones se hacen presentes?
Quizá en mis pobres pensamientos solo puede establecerse como parámetro que en la algarabía los pensamientos tienden a ser innecesarios, es por ello que la elaboración es de total prescindencia. En ciertas conclusiones más violentas podemos evidenciar que el ser humano tiene cierta tendencia a la mediocridad en su estado más emotivo, por no decir que las personas son susceptibles de una estupidez incalculable en sus momentos más felices.  Esto no intenta ser un juicio de valor ni pretender que los desdichados son más inteligentes o dúctiles en algún tipo de arte que aquellos que viven rodeados de constantes victorias.
Otras teorías recorren mi mente, pero me hacen correr el riesgo de quedar ciertamente expuesto en una catarsis de la cual no debo hacer victima a quien esté del otro lado. De hecho creo que ni yo mismo tengo intenciones de leerlas en el momento de repaso de las ideas volcadas. Pero en un esfuerzo por mantener mi dignidad, si es que ella todavía recuerda haber morado en mi persona, intentaré dejar de lado todas aquellas frustraciones y rencores que tengan relación con los temas tratados.
Después de toda esta perorata sin ningún provecho, puedo vislumbrar que la inspiración puede ser terreno solo de aquellos que han hecho del fracaso una forma de vida. Muchos no entenderán el porqué en la brusquedad de esta reflexión. Pero pensemos un momento, si estamos sosteniendo que las mejores formulaciones creativas corresponden a situaciones profundamente carentes de júbilo, estamos diciendo en pocas palabras que las grandes obras correspondes a aquellas almas inmersas en un mundo de penas y lamentaciones. Este análisis requiere inminentemente una explicación desde el otro lado del planteo. ¿Por qué aquellos que viven en un eterno cuento para niños no han de tener la capacidad de expresar ideas innovadoras o de alta creatividad? La respuesta es mas simple de lo esperado, porque no lo necesitan. La complejidad y el esfuerzo creativo es menester de los menos agraciados. Es decir, que aquellos que la vida los ha dotado de cierta estrella tanto sea desde lo estético como desde la fortuna o en algún otro aspecto, no requieren en momento alguno la necesidad de mostrar algún talento mas que aquel que se encuentre a simple vista. Esto motiva que la desdicha solo sea un estadio ínfimo en sus vidas, situación que no posibilita en lo más mínimo inspiración alguna.
No pretendo establecer estas conclusiones, para muchos apresuradas y para otros tantos por demás equivocadas, como dogmas que puedan determinar las condiciones de tal o cual persona al momento de reflejar algún dejo de inspiración. Quizá solo debamos circunscribir todas estas palabras a simples conjeturas de una persona sin genio que en la carencia absoluta de virtudes intenta hacer suya una teoría que le pueda otorgar algún crédito que no ha merecido en lo más mínimo.
Dejo en la buena voluntad de cada uno las reflexiones que pueda generar con todo esto. Un punto por demás correcto sería desoír este cúmulo de ideas (si así pueden definirse) y pasar a lecturas que contengan contenidos mejor elaborados. Otra posibilidad es acometer con la mayor crudeza posible y demostrar a cuanto intento de intelectual se cruce, que las grandes obras no son patrimonio de un sector marginado sino que pueden surgir de la más dichosa de las almas. Pero mucho cuidado con ese pensamiento, porque el resultado puedo obligarnos a reconocer que la vida que nos permitió enarbolar la más perfecta inspiración está sustentada en recuerdos y vivencias invadidas por una profunda angustia y dolor y que fue nuestra búsqueda de supervivencia la que hundió en las profundidades del alma este motor que nos ha permitido llevar a cabo semejante aventura…

miércoles, 27 de abril de 2011

El placer de encontrar respuestas

No puedo más que expresar mi total algarabía por encontrar en tan poco tiempo una respuesta ante uno de los escritos que he publicado en este humilde Blog. Es por ello que no quiero distraerlos con frases que poco aportarán y les transcribo a continuación lo que me fue enviado en relación a “La Sociedad de los Profesionales Ignorantes”.

COMENTARIOS
Nicolas dice…..
Te felicito nuevamente por la iniciativa!
Sobre este tema me gustaría acercarte algunas reflexiones y aunque parezca que me voy desviando del tema todo tiene que ver a mi parecer. Me gusto mucho el artículo que escribiste sobre las universidades. Ahora bien, las universidades, desde su creación han sido instituciones que han servido a intereses políticos y económicos de los más diversos y bajo las circunstancias más remotas y extraordinarias. Obviamente, resulta inútil tratar de negar que en un esfuerzo enorme, pero solo de las personas, que  ha propiciado que muchísimas gente se forme, capacite, se interese y aprehenda realmente conocimientos, métodos y muchísimas cosas más.
Pero como toda institución creada desde una minoría en condiciones totalmente desfavorables con respecto a grupos políticos, económicos, religiosos, etc., que velan por la seguridad del sistema y su integridad, se termina contaminando, vacía de contenido y, como si esto fuera poco, una herramienta del propio sistema (parecido al caso de los sindicatos).
Con respecto a la evolución de la institución universitaria, nuestros ancestros  inmigrantes de países europeos, muy castigados por las condiciones de vida, y muchas veces escapando de alguna guerra o persecución, veían en la universidad la oportunidad para sus hijos de crecer, mejorar y vivir en condiciones inimaginables para ellos mismos. Analizando esto desde su punto de vista, se trataba solamente de una esperanza, una ilusión de que la sociedad permitiría ese movimiento vertical dentro de la estructura que fijaba el sistema, y la oportunidad de “saltar de clase”. En mi opinión, desde este punto de vista, y analizando la evolución hasta estos días, se trata de una herramienta del sistema mismo que, con la finalidad de delimitar su campo de acción, de aumentar los beneficios de una minoría cada vez más reducida, actúa en como una especie de lazo como los que se usaban para colgar a la gente, en cuanto más tiras de una parte del lazo mas se cierra el círculo. Este sistema necesita elevar sus exigencias y expectativas, y para ello debe aumentar las condiciones para ser parte de él. Esto quiere decir que algunos de nuestros padres tuvieron la oportunidad (porque era oportunidad de unos pocos) de estudiar una carrera, pero ¿se dio ese movimiento vertical dentro de la sociedad? Creo que no, salvo excepciones a las cuales en mi opinión no corresponde atribuírselo a un título universitario. Pero que pasa, aun así, eso permitió que ellos sigan formando parte de un sistema que no los necesita, sino a la inversa, nuestros padres necesitaron del sistema.
Hoy en día pasa algo parecido: el sistema siguió elevando sus condiciones y circulan constantemente frases tales como “si no tenes un titulo, mañana no sos nadie”, “para la único que vas a servir es para barrer la vereda”, las cuales pareciera que se repiten de generación en generación. Pareciera que hoy asistimos a un proceso en el que ya no es una oportunidad estudiar sino una exigencia misma para ser parte de la sociedad. El que no estudia no progresa, el que no progresa prácticamente no existe. Y ese es el mensaje que hoy escuchamos. Por eso soportamos ir a universidades que carecen de contenido, con aulas superpobladas, con profesores indignados y resignados a salarios irrisorios, problemas administrativos constantes, etc, etc, con solo un destino: “¿Psicología? ¿Abogacía? ¿Medicina? Uhhh mira que hay un montón”. De esta forma, nacimos y nacemos con una presión inmensa.
El otro día, estaba charlando con una persona mucho mayor que yo, y me comentaba que hoy la “generación google” (20-30), como a él le gusta llamarnos, carecemos de compromiso, responsabilidad, somos rebeldes sin causa, queremos todo rápido y fácil, etc, etc. Este pensamiento lo tienen muchísimas personas e incluso en estos días el diario de mayor tirada saco una nota llamada “Generación Ipod: un dolor de cabeza para las empresas” que refleja casi con exactitud este tipo de pensamientos.
Reflexionando me pregunto: rebeldes, irresponsables, sin compromiso, pero…..¿con respecto a quien/es? La respuesta es alentadora en mi opinión, creo que esa falta de compromiso, esa rebeldía e irresponsabilidad con algunas de las reglas que exige este sistema es una luz de esperanza. Significa un cambio, el agotamiento de un sistema que se está acabando, que ha iniciado la cuenta regresiva de su autodestrucción, que el sistema tiro mucho de la cuerda de aquel lazo y eso hace que el círculo por donde pasaba la cabeza del condenado desaparezca, y eso me ilusiona. Me hace creer que algo mejor puede llegar a venir y que la gente que no se halla “tinelizada” puede llegar a hacer cosas muy buenas.
Un abrazo grande!
Y perdonen todos por la gran cantidad de errores de todo tipo

Sobre Héroes y Tumbas

Podría allanar todos los caminos conocidos y simplemente copiar de la enorme web un pequeño resumen en el cual se cuente de manera muy concreta y simplista el contenido del libro de Ernesto Sábato. Pero desde este lugar mi intención es otra, es abordar desde otro lugar lo que puede implicar el mencionado texto en alguno de nosotros y de manera más puntual en mí.
Debo admitir que mi encuentro con este libro respondió mas a una casualidad que a un deseo expuesto de conocer la obra de este autor. A veces esas vueltas del destino pueden conducirnos por un camino cuanto menos agradable y así fue mi experiencia. Mi vinculación con la lectura era por demás intermitente y en gran medida se limitaba a conocimientos históricos que si bien son por demás importantes y trascendentes pueden volverse una limitación en cuanto al vuelo literario que uno pueda adquirir. En estos delirios de interpretación uno se tienta en el camino del desvarío y una vez más me encuentro fuera del tema que intentaba expresar.
Fue en una Feria del Libro algunos años atrás que compré sin expectativas, probablemente sustentadas en mis limitaciones, esta edición de “Sobre Héroes y Tumbas”. En otro ejemplo de mis  fragilidades tomé con cierta calma el inicio de tal lectura, pero determinado día que me sería imposible precisar di por comenzado mi viaje…
Probablemente uno se reproche una y otra vez cientos de decisiones que determina en cualquier momento de su vida, pero este es de los pocos aciertos de los cuales me puedo enorgullecer. Desde los primeros renglones de esta obra me encontré envuelto en un mundo en el cual cualquier intento de descripción se vería por demás desdibujado, estos son los casos en que la búsqueda incesante de transmitir las sensaciones vividas se ven empalidecidas en las palabras por lo vivo de los sentimientos que se hicieron presentes.  Todos conocemos las palabras pero son pocos aquellos que saben colocarlas en el lugar preciso y con el sentido oportuno posibilitándonos saborear cada situación que se presente en la historia. Claro está que por más oportunas que sean las oraciones utilizadas la trama de esta obra es magnífica de principio a fin llevándolo a uno por distintos escenarios trágicos, melancólicos, tiernos y furiosos según la etapa en que se incurra.
Manifiesto que en la pasión del devenir de las páginas uno termina formando parte de los conflictos de los personajes, de sus vivencias y particularidades, la obra termina por hacer carne con uno, al borde de poder sentir lo que sienten los personajes y sufrir con cada uno de sus traspiés. No quiero explayarme demasiado porque nada de lo que diga podrá demostrarse hasta tanto no se tome la iniciativa de leerlo.
Solo me resta hacer algunos comentarios con respecto a ciertas cuestiones que algunas personas pueden tener como barreras a la hora de dar lectura a estas obras. Una de las típicas frases es que estos son libros de escritores para escritores, es decir, que estas obras no pueden estar al alcance o que no podrán ser comprendidas por cualquier lector ocasional. Esto es una falacia intelectual si se me permite la terminología, es cierto que esta clase de libros reviste cierta complejidad pero de ningún modo son patrimonio de algún tipo de logia de súper intelectuales ni mucho menos. A modo de ejemplo solo basta con destacar que he sido yo uno de los lectores, si bien en varios pasajes del libro me ha ocurrido perder el hilo de alguna situación en particular o no llegar a comprender del todo la búsqueda del autor, eso no implica que este título no pueda ser disfrutado de todos modos o no pueda ser comprendido por cualquier espíritu literario con ánimos de pasar un gran momento.
Por todo lo expuesto es que invito al lector de tránsito de estas líneas a que se de la oportunidad de disfrutar de esta gran obra así como de tantas otras que implican un placentero viaje por las más inhóspitas tierras de la ficción, las cuales esperan ávidas de ser descubiertas por quien así lo desee.
Para quién le interese poder vivir estas situaciones dejo una breve reseña del argumento de esta obra.
“La novela muestra a los últimos representantes de una familia oligárquica venida a menos, en la que se intercala la trágica historia de los seguidores del general Lavalle, que una vez derrotados llevaron el cuerpo muerto de su jefe al exilio. Por un lado, Martín y Alejandra, que viven una relación tortuosa, incapaces de escapar a un turbio destino: la genéticamente predisposición de la familia de ella a la locura. Por otro, la historia de un incesto brutal y la asfixiante atmósfera en la que se debaten sus protagonistas. Sobre Héroes y Tumbas cuanta la invención de una trama siniestra protagonizada por una apócrifa organización de ciegos y, además, la necesaria decisión de huir a la Patagonia en busca de un renacimiento vital, de una nueva oportunidad”.
Estaré a la espera de los comentarios de quienes adhieran a esta obra o a cualquier otra que pueda despertar los más diversos sentimientos y sensaciones…   

lunes, 25 de abril de 2011

La sociedad de los profesionales ignorantes

¡Mi hijo el dotor! Decía con profuso orgullo la señora de la esquina de otro Buenos Aires del que solo quedan los retazos de un futuro que no fue. Me tengo que retrotraer a varias generaciones atrás en donde la posibilidad de estudiar era un privilegio para pocos. El estudio de aquel hijo era la meca a la que aspiraba cualquier padre a costa del sacrificio de un empleo poco rentado.  En la época de mis abuelos, que en general apenas tenían el recuerdo de alguna maestra de la primaria, sus corazones bordeaban la posibilidad del estallido ante el indicio de que alguno de sus hijos pudiera ser un profesional que enalteciera con orgullo aquel apellido de inmigrantes.
En aquellos lejanos años, que distintos eran los estudiantes… Esa rebeldía politizada, el reclamo permanente de causas imposibles. La Universidad no se limitaba a la simple enseñanza de una carrera con el fin de crear robots que logren cerrar con perfecta exactitud un balance. La facultad era un epicentro de conocimientos que despertaba la pasión de aquellos jóvenes militantes. Verdaderos hombres con ideologías marcadas pretendían forjarse en esos pasillos a los cuales el tiempo ya empezaba a jugarles en contra.
En las discusiones de los pequeños partidos estudiantiles, en el intercambio de opiniones el conocimiento y las distintas ideas fluían en un torrente que contrario a apagar ese fuego interno, se prestaba a saciar la sed del espíritu combativo. Mediante todas estas influencias se conformaba un profesional con todas las letras, un hombre que no se limitaba a enunciar con potente voz el Preámbulo de la Constitución sin conocer las ideas de los inmortales que lo habían conformado.
            Cuan fuerte es el contraste con el pálido presente de una Facultad que no solo sus paredes parecen caerse a pedazos sino también somos testigos de cómo se desmaterializa esa noble idea de forjar personas integras y formadas para torcer el destino de una Nación que no parece encontrar su rumbo probablemente por la eficacia de quienes buscaron incentivar el desinterés de quienes hoy deberíamos tomar partido en esta historia.  
Los actuales facultativos recaen en la cómplice idea de solo limitarse a los programas que le son conferidos, atravesando la facultad sin ningún tipo de conexión con otras ideas, con otros pensamientos. Cada vez nos alejamos más y más del real conocimiento fomentado por los diversos ámbitos a recorrer. Con cuanta candidez nos dejamos conformar con los simples saberes de una carrera que en ningun momento nos prepara para darle a nuestra vida una razón de ser…
Probablemente sean varias las voces que pretendan desprestigiar lo expuesto haciendo de la carencia de título en mi persona la bandera del resentimiento y el rencor por un logro no concretado. Quizás en lo profundo de mi ser pueden encontrar vestigios de tales sentimientos, pero prefiero dejarme llevar por la razón y solo hacer una descripción de lo poco que puedo advertir.
Seria necio de mi parte desconocer que toda una generación apostada a la idea de luchar por los intereses de una Nación fue estratégicamente destruida por una dictadura atroz, y que ese vacío y los miedos generados contribuyeron con esta pasividad. Pero es nuestro deber saber que estamos a tiempo, que debemos involucrarnos y no solo pensar en los beneficios de un título que solo contribuirá a la decoración de algún estudio pero que no representará una ferviente promesa para el andar de un país mas que castigado.
Probablemente mi contribución para este cambio carece de trascendencia pero intenta desde el ostracismo de las ideas generar alguna conciencia en quien quiera recibirlo. Puede ser un comienzo, puede estar cerca el final, no lo se y tampoco ha de importarme al menos por ahora…