jueves, 15 de agosto de 2013

Desde el otro lado



La jornada había sido larga y desgastante, la caída del sol anunciaba el tan preciado cierre de una elección que en los sueños parecía no verse tan alejada de la realidad. Los últimos votantes sopesaban las duras miradas de las autoridades de mesa que en su pensamiento reproducían cientos de agresiones hacia aquel pernicioso engendro de los horarios electorales.
               En el abrir de las urnas se intuía que aún formaba parte una tarea que nos requeriría el último rastro de fuerzas que a esas horas se podía presentar, pero resultó ser más simple y rápido de lo que hubiéramos esperado. Los resultados animaban el espíritu, las mesas no distaban demasiado unas de otras en cuanto a los números que se plasmaban en las planillas, en el camino se oían inocentes cargadas entre los fiscales de los distintos partidos pero solo para matizar la ya entrada noche.
               Conseguidas las firmas de todos los presidentes de mesa, con sus disimiles estados de ánimo ante tal requerimiento, solo restaba el saludo protocolar con el resto de los fiscales y demás autoridades, en esa relación indefinible que se logra después de pasar más de doce horas en un lugar.
               Pero todavía el cuerpo me ofrecía una tregua, permitiéndome de esta forma encontrarme en el comité con una enjundia inesperada e impredecible ante la ausencia de energías reales en mi cuerpo. La noche me deparaba otras emociones distintas a las vividas en mis tres décadas.
La ceremonia parecía inaugurarse con el levantar de la persiana que al menos esta vez no tenía en sus intenciones traernos demasiadas complicaciones. La llegada de los que habían fiscalizado acarreaba en sus rostros una intrépida mezcla de cansancio, euforia, esperanza e ilusión que nos envolvía a todos en un bullicio de voces inconexas que trataban de contar sus experiencias al mismo tiempo y sin un orden lógico. El comité comenzaba a irradiar un brillo propio totalmente independiente de las luces artificiales, fomentado en las energías de creer que un partido centenario, al borde del abismo varias veces, que muchos decían haber asistido a su funeral, figuraba nuevamente en la consideración de cientos y miles de argentinos.
El televisor acompañaba los festejos, sumando de manera continua noticias que generaban en los espectadores risas, cánticos y demás motivos de algarabía. Una vez todos presentes, unificada la información a través de las planillas electorales solo nos restaba la última escala para conmemorar lo que para muchos significa el comienzo de un nuevo espacio, de una nueva construcción y quien puede contradecirme de manera fehaciente al decir que esto puede implicar el inicio de una nueva etapa en nuestro país, descartando de manera fáctica esa aciaga idea de creer que hay que destruir todo lo que se haya hecho pero con la firme convicción que se sustenta en saber que hay mucho por cambiar y por hacer. Esa escala que restaba era nuestra presencia en el bunker designado para la lista ganadora y hacia allí nos dirigimos, de la manera que podíamos, con los medios que estaban al alcance pero sabiendo que el final del día nos tenía que encontrar allí.
Los cánticos de la Cantera Popular y del Radicalismo me fueron guiando sin la necesidad de conocer la correcta dirección a donde debía asistir, mucha gente se agolpaba en la calle custodiada por los móviles de los distintos canales, los encuentros entre los distintos integrantes de los comités, representados en abrazos con fuertes palmadas en la espalda fomentaban la festividad reinante. La entrada se tornó lenta por la gran cantidad de gente, en las escaleras los gritos de cancha daban por bendecida la ceremonia que se direccionaba hacia un salón muy coqueto pero en donde lo más destacable eran las distintas agrupaciones que con sus diversas idolatrías sabían que el festejo era de todos.
La lluvia de papelitos anunciaban a viva voz la presencia en el escenario de todos los candidatos, el estallido de las gargantas en pos de sus favoritos generaban un griterío imposible de clarificar, pero nada importaba, solo saber que el frente que se había conformado, con la sumatorio de varios partidos y voluntades había arrasado en la capital y todos nosotros éramos testigos y partícipes de eso.
Para ordenar  tanto entusiasmo el locutor dio por iniciada la presentación de los candidatos dándoles la posibilidad de comunicarse con los militantes que tanto deseaban escuchar sus palabras después de la jornada vivida. Ante los anuncios de cada uno se vislumbraba la exaltación de los propios militantes tratando de elevar la figura del político al que han acompañado en la campaña. Al cerrarse el acto con la alocución de la lista ganadora la salida empezaba a demarcar el final de aquel gran día.
Mi cuerpo empezaba a marcarme el cansancio, por lo que me vi en la obligación de cerrar la jornada y retornar a mi casa con una profunda satisfacción por todo lo conseguido. El correspondiente saludo fue la despedida de mis compañeros y la cercanía a la parada de colectivo daban por hecho que aquel largo día ya debía ser recordado como parte de mi pasado.
Habiendo pasado  un par de días puedo sacar algunas conclusiones distintas de las que se pueden escuchar en los diarios y en los canales de televisión, algo más vinculado con lo que me pude llevar desde lo personal, las experiencias escuchadas, las vivencias compartidas, los sentimientos exultantes. Hay palabras, miradas y gestos que uno guarda de estas experiencias y que te ilustran los momentos vividos. Entre los brindis que se multiplicaban en el comité recuerdo frases tales como: “en el 2001 contabilizaba 5 o 6 votos para el radicalismo”, hoy podemos hablar de mesas y mesas ganadas por la UCR. La ilusión se hizo presente y se apoderó del espíritu de todos. En lo que a mí respecta fue la primera vez que pude ver una elección desde el otro lado, siendo partícipe de la misma, colaborando para un objetivo para el cual muchos de los chicos que forman el Illia dedican horas, esfuerzo, creatividad y empeño, por lo que ellos merecen festejarlo de verdad. Si desde mi pequeña participación me siento tan reconfortado de lo obtenido, si desde mi reducida colaboración me siento parte de esta búsqueda, de esta campaña y de esta elección, entonces, encontraré multiplicada esta felicidad y esta esperanza de un mejor futuro en todos estos compañeros del Illia que, con total merecimiento, pueden ver retribuido su máxima dedicación en los resultados obtenidos y en el proyecto que se vislumbra a futuro y en el que cada vez son más los que se quieren sumar.
Solo me resta agradecer por formar parte de esto y en mi pequeña parcela, sentirme gratificado pero sintiendo febrilmente que esto recién empieza y que el camino por desandar es mucho, pero las ganas están más presentes que nunca.

lunes, 5 de agosto de 2013

Personalismo



En los últimos doce años se fueron fortificando en la sociedad ciertos clichés que surgen de manera inexorable ante la cercanía de las elecciones sean estas presidenciales, legislativas o de cualquier tipo. Uno de ellos es la falta de representatividad que surge en la gente ante el reflejo de los candidatos, veremos cómo frase siempre armada que el pueblo en general se ve fuertemente desamparado ante las posibilidades o las opciones a la hora de definir su voto. Este argumento puede parecer por demás firme y suficiente, pero también nos permite eludir rápidamente la responsabilidad que nos compete a todos. Es decir, podemos aferrarnos a que nadie cumple con nuestras expectativas y de esta forma tomar como elección quien mas simpático nos caiga, desconociendo ideales, propuestas, valores y todo tipo de factor determinante para el futuro que ese candidato pueda brindar. O hacer de las elecciones un ejercicio a conciencia, tomar nuestras obligaciones como tales y volcar un poco de responsabilidad a semejante acto. No propongo realizar un estudio exhaustivo de cada uno de los candidatos, conocer cada uno de sus pasos históricos ni tampoco indagar a qué grupo sanguíneo corresponden, solo estar al tanto de las diversas opciones y qué pueden llegar a implicar sus propuestas e ideologías.
Haciendo un rápido pasaje por los diferentes candidatos me encuentro con una situación que puede darse por particular o simplemente una articulación más del entramado electoral.  Los partidos que representan a los oficialismos han optado por prescindir de las posibilidades y de las aptitudes de sus candidatos para darle máximo protagonismo a quien ejerce actualmente el cargo, sea a nivel nacional o provincial. Esto puede exponer tres situaciones:
Primero, queda claro que tanto la Presidente así como el Jefe de Gobierno tienen más posibilidades y oportunidades de encubrir la difusión de candidatos en el transcurso de un acto de gobierno, permitiendo de esta manera aumentar de manera exponencial la presencia de estos candidatos en los medios y a la vista de las personas.
Segundo, puede suscitarse cierto nivel de desconfianza en el desempeño que puedan mostrar estos candidatos, pueden encontrar ciertas falencias en sus bases permitiendo que peligre el discurso armado dando por tierra los intentos de supuestos proyectos que pretenden instalar.
En base a esta segunda situación es que el oficialismo pone como principal eje de campaña a los representantes de los cargos públicos. De esta manera me permito exponer la tercera situación, conocida como personalismo. En este punto quiero situarme para explicar que ciertas estructuras de poder que parecieran contar con sólidas bases tienen como único sustento la presencia y la conducción de una persona, estos casos pueden reflejarse tanto en el Frente para la victoria como en el Pro. Es decir, ambos partidos encuentran su razón de ser en el liderazgo de Cristina Kirchner en un caso y de Mauricio Macri en otro. Para muchos esto podrá o no ser importante pero tomemos en cuenta lo siguiente:
¿Cómo se puede establecer la visión de un proyecto de país a largo plazo si todo está circunscripto a lo que una persona pueda hacer en el tiempo que se le permite estar al frente de determinados cargos públicos? Esa representación sustentada en una persona lleva a que sus seguidores defiendan muchas veces sin juicio alguno cualquier iniciativa montada por su líder, entonces, ¿Cómo podrán sus seguidores diferenciar si su líder se ha bifurcado en distintos caminos de los originalmente planteados? Esto impide la gestación de un proyecto ya que el futuro se ve determinado por el humor y el pensamiento circunstancial del mandamás del partido. Se establecen pasiones, amores y odios que no responden a pensamientos políticos, a teorías macroeconómicas ni a ideales de inclusión o mejor distribución de las riquezas. Todo se vuelca hacia la pasión desmedida, se vislumbran frases en el aire viciado, deseando la muerte antes que otro político en los balcones presidenciales. Y en esa  vorágine nos volvemos polvo, nos resquebrajamos como pueblo, nos odiamos con nuestro prójimo, nos separamos de nuestras familias… Y al final… ¿Que fue lo que quedó? ¿Cuáles eran los principios que se defendían? ¿Cuál era el futuro que se proyectaba? ¿Qué país nos queda en esa batalla?
Solo escombros de una visión que se desarmó, un país dividido, sueños quebrados, caos y una espesa neblina impidiendo ver dos pasos más allá de donde nos situamos.  Hoy, pareciera no ser tarde para darnos cuenta que queremos un futuro, pero que debemos planificarlo desde ahora, que un estado no se hace con pequeños procesos dispersos de cuatro años, una patria se plantea a través de los años, con metas, con objetivos y de ninguna manera debemos creer que con la altanería, el avasallamiento y el desprecio hacia la opinión del otro algo bueno se podrá construir sino serán miles y miles de kilómetros  de destrucción, no solo desde lo material sino también de nobles ideales a los que quizás no les estamos dando la oportunidad de desarrollarse…
Por todo esto pido el esfuerzo de entender nuestro rol como ciudadanos, la posibilidad de elegir no es algo tan trivial y cada uno de nuestros votos encierra lo que deseamos ver el día de mañana en la patria que amamos. Pensemos qué país queremos, pensémoslo para nosotros y para quien venga detrás nuestro, porque un proyecto puede nacer, pero para que sea real y posible debe trascender a las personas y no sustentarse en una única figura que dejará sin respuestas a quienes decidieron seguirla sin pensar. Este es el desafío que tenemos por delante, no solo dependerá de nosotros, en el camino serán miles los obstáculos que encontraremos pero no queda margen para seguir especulando, no podremos recuperar este tiempo que estará en nosotros aprovechar o simple y mundanamente dejarlo pasar…